viernes, 14 de diciembre de 2012

Una vida normal

Las experiencias dolorosas, independientemente de lo que se hayan llevado, nos dejan sabiduría o mínimo un aprendizaje pero también nos regalan un poco de «malicia».

Esta es la historia de aquella persona que aprendió lo que le enseñaron desde que nació, las normas generalmente aceptadas de conducta y comportamiento social, qué hacer en los casos más generales y en el día a día, qué decir, cómo actuar, qué pensar; en fin, un habitante más del planeta. Creció y se dio cuenta que había conflictos para aplicar lo que le habían enseñado cuando las cosas que "generalmente pasan" no pasaban y comenzaban a suceder cosas que "no eran normales".

Para entender un poco más su pequeña realidad, le habían enseñado que la muerte generalmente llegaba a una edad avanzada, cuando el tiempo aclaraba los cabellos y arrugaba la piel. El día que murió su amigo no supo cómo reaccionar. El signo del tiempo de su amigo no había alcanzado a arrugar su piel; una que otra línea de expresión en su sonrisa pero nada más. La causa de la muerte de su amigo, según sus conclusiones, había sido como razón principal el tráfico de droga. Ese día decidió que por ningún motivo usaría alguna droga ilegal ya que esto, según él, estaría creando más muertes que no eran normales.

Luego, falleció un tío. Más viejo que su amigo pero aún sin cumplir las características de una persona de tercera edad. Este tío había muerto por enfermedades cardiovasculares. Ese día prometió que cuidaría su alimentación y haría ejercicio de por vida ya que haciendo eso y con su ejemplo lograría que la muerte no cobrara la vida en una situación anormal.

Después falleció la madre soltera que atendía la tienda de abarrotes de la esquina. Más joven que su tío la muerte la había alcanzado después de que un joven se había impactado contra su vehículo en un momento de distracción con el celular. Decidió también que al tomar el volante de cualquier vehículo nunca dejaría que algo le quitara su atención al manejar ya que dejaría sola a una niña de 6 años, cosa que no sería normal.

Por último, al pasar por un hospital se dio cuenta de que había fallecido un recién nacido y fue hasta entonces que entendió que cualquiera podía morir tan solo por el hecho de vivir, que cualquiera puede fallar por el hecho de intentar, cualquiera puede caerse tan solo por el detalle de estar de pie.

Ese día decidió empezar a vivir. Ese día dejó de ser normal cualquier día de su vida.

1 comentario:

  1. Tú decides qué es normal para ti. No imaginas cuantas sensaciones diferentes me hiciste sentir. Unas lágrimas rodaron por mis mejillas al pensar gracias a tu escrito que la vida es tan normal como la muerte, que morirse no es nada del otro mundo porque nacimos para vivir, vivimos para soñar, nuestro destino es morir, nuestra misión es amar.
    Gracias... Por regalarle tus letras al mundo.

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