Aferrarme a permanecer en la vida de los que amo.
Es un hecho, si alguien quiere estar contigo hará lo que sea necesario para que suceda. Ninguna relación (de amistad, amorosa, profesional...) funciona con una sola parte. Y esto me ha costado demasiado asimilarlo.
He permanecido días, meses, y en ciertos casos años, esperando a que esa persona vuelva y quiera caminar conmigo. Pero lo único que me ha dejado esta espera es que ese amor se vaya con el viento y se desvanezca las ganas de seguir ahí. Y que, al no darme cuenta de esto, el amor se convierta en capricho y el capricho en una ilusión que nunca se consumará.
No quiero estar con alguien que tenga que pensar si me quiere. Quiero alguien que, al conocerme, logre querer aventurarse a conocer más y en su momento que tenga la certeza de que quiere estar conmigo.
No quiero volver a aferrarme a la compañía de una persona sabiendo que en su corazón no hay un espacio para mí.
Pero más que todo, no quiero volver a llorar por haber cometido el error de amar a alguien que nunca estará dispuesto a amar de vuelta. Ni siquiera a él mismo.